Las tres tenemos 18 años, y cuando estábamos sentadas
tomando café y hablando yo inconscientemente nos miraba. Seguimos siendo las
mismas cuando estamos juntas, es como si nada hubiera cambiado pero somos tan
distintas a la vez. Flor ya tiene una familia, una casa y una enorme responsabilidad
de la que ocuparse. Eve está de novia, trabaja y estudia; y luego estoy yo. Soltera,
haciendo huevo, “estudio”, y nada más. Y en ese momento que nos comparé me
pregunté cómo fue que cambiamos tanto, si con la misma edad tenemos vidas muy
diferentes mientras que antes teníamos los mismos sueños. Flor quería estudiar Psicología,
Eve algo relacionado con el medio ambiente y yo Medicina. Ahora Flor está
haciendo un curso de peluquería, Eve es la que estudia Psicología y yo intento
aprobar las materias para Kinesiología. Incluso nos mire físicamente, nuestra
apariencia. Eve prácticamente sigue igual, podría decirse que se viste un poquito
más “cheta”, yo increíblemente estaba arreglada. Me había maquillado un poco, e
incluso peinado. Llevaba una carterita chiquita, pero cartera al fin de
cuentas, y Flor… Flor fue la que más me impactó. Siempre fue delgada, pero
estuvo internada unos meses con lo cual perdió muchísimo peso y ahora es un
palito. Más todavía. La miraba y me acordaba de esa chica que sin maquillaje no
podía salir a la calle, la que usaba tacos hasta en la casa, la que vivía mirándose
en el espejito de bolsillo y acomodándose el pelo y a la que jamás la ibas a ver
usando algo que no combinara y miraba esta nueva Flor con unas calzas que a
ella le quedaban tipo joggins, un pulovercito así nomás, sin maquillaje y a
medio peinar. Está bien, no la critico por el aspecto, ni la estoy tratando de
dejada ni nada por el estilo, es sólo que no pude evitar acordarme de todo lo
que pasamos, lo que éramos y vernos ahora. Entiendo que un bebé consume la
vida, que sólo te dedicas a él y al cuidado de la casa, pero siempre la tuve
como la arreglada y ver la realidad me pegó una cachetada fea.
Después del lapso de recuerdos que tuve estaba oscureciendo
y hacía más frío, Flor bajó con su bebé y se lo dejó a la abuela. Ella se iba a
comprar y nosotras la acompañamos. En el camino nos iba preguntando qué podía hacer de comer esa
noche, no sabía qué cocinar. Yo soy nula para la cocina, aunque tengo
intenciones por fiaquenta no lo hago. Eve menos que menos, nos contaba que el
novio le exige que aprenda a cocinar así cuando se muden juntos no vivan de
delivery. Ahí reparé en otro punto, pero no le di importancia porque –como siempre-
dije de las mías «jodete por estar de novia,
a mí no me exigen nada» y nos reímos, Flor me aseguró «ya te va a tocar» y yo sólo rodeé los ojos riendo. Pero es verdad…
ya me va a tocar. No ahora, de eso estoy muy segura. Cuando volví a casa mi
mamá me preguntó cómo estaban las dos y le conté y me dice “no te sientas mal por estar sola, a tu edad
es lo mejor que te puede pasar” y como siempre me dio una charla de la
vida, la familia, el amor y bla bla. Yo nunca dije que me sentía mal por estar
soltera, pero bueno. Mi vieja intuye que así me siento cuando en realidad yo
sola me doy cuenta de las cosas, y pienso en mis amigas y sus vidas. Sí, será
todo muy lindo pero lleva responsabilidad, como todo. De más está decir que en
el repaso nocturno del día que tengo antes de dormir pensaba en mi vida y la de
ellas. Más en la de Flor…
0 comentarios:
Publicar un comentario